Eduard
Punset, entrevistó a Louann Brizendine, neurobióloga en la Universidad de California, en
su programa de Redes en octubre de
2008. La doctora Louann
Brizendine es una de las personas que más sabe sobre la influencia de
las hormonas en el cerebro femenino. En el centro específico
para mujeres que dirige en San Francisco, lleva años investigando y tratando
los cambios de humor, la ansiedad o las disfunciones sexuales asociadas a los
niveles hormonales.
¿Existen diferencias entre el cerebro masculino y el
cerebro femenino? ¿Cómo nos afecta en nuestra vida diaria? ¿Acaso nuestro juego
en el pádel se ve condicionado por nuestro cerebro?...
Hoy en día, los científicos saben ahora que la
«forma biológica por defecto» en la naturaleza es la femenina. Además de
esto, hay un período muy interesante que se denomina pubertad infantil: tras el nacimiento, la testosterona en los bebés
de sexo masculino aumenta muchísimo durante los primeros seis o nueve meses y luego
se ralentiza de nuevo. Mientras que, en las niñas, se produce una pubertad
infantil que dura hasta los dos años y los ovarios liberan mucho estrógeno al
cerebro.
Una
forma de observar estas diferencias está en los juegos. Por ejemplo, los niños
normalmente tienen juegos bruscos y de peleas, mientras que las niñas juegan a
juegos más fantasiosos en los que se asignan roles del tipo “tú serás el médico
y yo el paciente” o “tú serás la mamá, y yo el papá, o el bebé”.
El
impacto del estrés preocupa a los hombres y las mujeres por igual, sin embargo,
el estrés afecta de una manera distinta al cerebro y a la conducta femenina. Es importante recordar que ni los circuitos
cerebrales ni las hormonas nos convierten en lo que somos, no crean nuestro yo,
aunque el yo surge de la actividad del cerebro. Las hormonas nos hacen tender hacia cierta conducta, pero no
necesariamente hacen que dicha conducta tenga lugar. Cada vez aprendemos
más y esto repercute sobre nuestro sistema límbico, por ejemplo, y cuando las
hormonas actúan con fuerza, nos predisponen a ciertas conductas. Nuestra
corteza puede escoger cuál de estas conductas activar. Es decir, la biología no marca totalmente nuestro
destino, pero sin duda nos predispone hacia ciertas conductas, pensamientos y
sentimientos.
Entonces,
¿qué hace que nos comportemos de una forma u otra? ¿Existen patrones de
comportamientos específicos femeninos? ¿Qué proporción es innata,
predeterminada, y qué parte es aprendida?...
A
partir de las conclusiones de la neurobióloga Louann Brizendine, se
le ha dado un factor determinante a las
hormonas, ya que en la mujer están presente a lo largo de toda su vida,
condicionando, en cierta medida, su comportamiento en los diferentes ámbitos:
personal, sexual, laboral y deportivo.
Si
bien está claro que existen diferencias entre el cerebro masculino y el cerebro
femenino en la forma de procesar la información, no es menos importante la influencia del entorno en la toma de
decisiones. El “rol femenino” cultural e históricamente tratado ha sido una
“cadena” que no ha permitido desarrollar todas las funciones propias del
“cerebro femenino” como tal.
La
importancia de los referentes sociales y deportivos, tanto masculinos como
femeninos “marcan” la forma en que los chicos y chicas comienzan a comportarse,
dentro y fuera de las pistas de pádel. Primero somos personas, con una
complejidad hormonal y neural, aprendiendo día a día y creando nuevas
conexiones en nuestro cerebro, construyendo nuestra personalidad día a día, en
contacto con nuestros pensamientos, emociones y nuestras experiencias con los
que nos rodean.
En
la práctica deportiva, también se ha “etiquetado” a los deportes como “deportes
masculinos” (donde se desarrolla la fuerza, la capacidad analítica, el
razonamiento y la precisión); frente a los “deportes femeninos” (donde
predominan la estética, la coordinación, la imaginación y la expresión
artística).
¿Es el pádel un deporte masculino o
femenino?... Juzguen ustedes… No
existen etiquetas, existen “formas de jugar”… independientemente del sexo del
jugador. En una persona se dan los “dos cerebros”, y según actuemos de una
forma u otra, predomina la parte femenina o la parte masculina.
Para
concluir, el cerebro masculino tiende a la lateralidad hemisférica, mientras
que el cerebro femenino tiende a la integración hemisférica. Y esta distinción
se puede dar en una misma persona. Y tú, ¿tienes dominancia femenina o
masculina?...
Yo
soy ambidiestro…
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